ESTRÉS Y ENFERMEDAD



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Todo individuo está expuesto a situaciones que pueden causar estrés, se presentan de diferentes formas y están ligadas a las características de cada persona,  esto significa que lo que causa estrés a una persona puede no causar estrés en otra.  Todos los días se maneja estrés en el momento de tomar decisiones, resolver problemas, responder a distintas situaciones que se presentan durante el día, por lo que cierto grado de estrés es normal y ayuda al cuerpo a responder a las exigencias, a crecer como personas y a madurar.

La reacción del cuerpo al estrés de corto plazo puede ser beneficiosa pues mantiene el balance interno o la autorregulación del cuerpo, además de fortalecer el Sistema Nervioso Simpático. Para algunas personas es agradable estar frente a una situación de estrés esto se debe a que durante este proceso se genera una sensación de bienestar físico al concentrar toda la energía del cuerpo en estar listo para actuar rápidamente.
Cuando el cuerpo deja de percibir una amenaza, la alarma se desactiva, el cuerpo se relaja, deja de generar hormonas, el corazón vuelve a latir normalmente. En circunstancias normales esta reacción del cuerpo se regula automáticamente pero cuando la exposición es prologada causa diferentes efectos negativos en el cuerpo. La alarma permanece activa y el cuerpo funciona todo el tiempo en estado de alerta. El cuerpo termina acumulando energía y trabajando innecesariamente, eso hace que se ponga tenso, ansioso o preocupado.

El cuerpo está diseñado para que al percibir una amenaza o un riesgo, se prepare para reaccionar rápidamente. El hipotálamo, una pequeña parte del cerebro, activa una alarma que combina señales nerviosas y hormonales. Los circuitos nerviosos se encargan de aumentar la sensación de alerta, enfocando la atención, reduciendo la sensación de dolor, controlando el hambre, el sueño y hasta los deseos sexuales. Ciertas  glándulas reciben la orden de liberar hormonas: Cortisol y Adrenalina.
El Cortisol es la hormona del estrés, esta agudiza el sistema inmunológico y aumenta la cantidad de combustible en la sangre (carbohidratos, glucosa y grasas) necesario para reaccionar al estrés. La Adrenalina aumenta los latidos del corazón, eleva la presión de la sangre y aumenta la producción y utilización de energía. (Lifshitz, 2009).

La constante activación nerviosa y la sobreproducción hormonal desgasta y deteriora el cuerpo, y puede generar diferentes problemas de salud, tales como:
  • Debilitamiento del Sistema Inmunológico, esto significa que se aumenta la vulnerabilidad a las infecciones
  • Enfermedades cardíacas
  • Problemas digestivos
  • Problemas para dormir
  • Depresión o ansiedad
  • Obesidad
El estrés también puede empeorar otros síntomas y otras enfermedades como el cáncer y la diabetes. Además, puede hacer que la persona adopte comportamientos compulsivos como el uso de drogas, el exceso de alcohol o el cigarrillo, y que coma más de lo necesario. (muniguate.com)

A continuación se presenta un video para conocer  sobre las enfermedades psicosomáticas ( unión íntima entre mente y cuerpo) de estrés laboral:

 






Estrés y deseo sexual


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Un exceso de ansiedad imposibilita tener relaciones sexuales satisfactorias. La falta de deseo sexual no es un estado pasajero que 'como viene se va', sino una enfermedad según la Organización Mundial de la Salud, que en su clasificación de patologías la encuadra dentro de las disfunciones sexuales no orgánicas con el nombre de Ausencia o Pérdida del Deseo Sexual.

Esta falta de interés para emprender relaciones sexuales, desechadas las causas médicas o fisiológicas (problemas endocrinos, trastornos hormonales, insuficiencia renal o tratamientos farmacológicos) y las  psicológicas (una educación excesivamente estricta o baja autoestima, por ejemplo), se encuentra muy a menudo ligada al modo de vida de quien padece apatía sexual. El estrés, el exceso de cargas laborales o familiares y la incapacidad para afrontar la ansiedad que estas situaciones generan explican a menudo la inapetencia sexual.

Principales síntomas
Para diagnosticar que la inapetencia sexual esté causada por la acumulación de tensión y preocupaciones hay que tener en cuenta varios factores, según indican los psicólogos, entre los que se encuentran la falta de interés en iniciar actividades sexuales, ya sea con una pareja o en solitario, o la frecuencia de las relaciones, si es muy inferior a lo que se puede esperar por la edad y el contexto correspondiente o si es menor que en etapas anteriores de la vida. En cualquier caso, los especialistas deben descartar que esta persona padezca depresión.

Cuando los síntomas y el ritmo de vida indican con claridad que el estrés es la causa de la disfunción sexual, hay que tener en cuenta cómo le afecta a cada persona, en lo que tendrá mucho que ver el género de quien lo sufra. Y es que aunque puede afectar tanto a mujeres como a hombres, la respuesta de cada uno es muy distinta. Así, como explica la psicóloga María Rodríguez, en los hombres pueden aparecer o agudizarse, si ya existían, problemas como la eyaculación precoz y la disfunción eréctil. La disminución del rendimiento sexual conlleva, además, miedo al fracaso, según indica la experta de la madrileña clínica Matesanz, lo que da lugar a una "disminución del número de relaciones, con lo que el problema se transforma en un círculo vicioso que termina por provocar de manera casi irremediable la pérdida de deseo".

Por su parte, en las mujeres, la ansiedad del estrés provoca que las relaciones sexuales se espacien y que surjan graves problemas como el vaginismo y la anorgasmia. Gloria Arencibia matiza que la mujer es más vulnerable que el hombre a perder el apetito sexual, no sólo por el estrés sino también por otras circunstancias de su propia vida, como la educación, las actividades de los niños, la doble jornada laboral... El cansancio y el agobio suelen ser una queja habitual de las mujeres, porque no tienen tiempo para sí mismas, lo que afecta muy seriamente su autoestima e inevitablemente a las relaciones sexuales. Teniendo en cuenta que la tensión provoca la pérdida de apetito sexual, ¿puede ésta pasar de ser un trastorno pasajero a convertirse en un mal de duración indefinida? ¿Cómo es posible ponerle solución?

Soluciones
El escaso o inexistente deseo sexual puede durar más o menos tiempo en función de la importancia que cada persona conceda a su vida sexual según los expertos consultados y mencionados anteriormente. Para muchas parejas la sexualidad es importante, pero basan su relación en otros aspectos. Para otras, sin embargo, las relaciones sexuales son un elemento fundamental para poder mantener su relación de pareja. Por lo tanto, quien considere que su sexualidad tiene prioridad sobre otros aspectos, no dejará que el estrés "destroce" su vida sexual y se pondrá en manos de un especialista. No obstante, hay que aclarar que no suele ser la primera reacción de los afectados. Generalmente, como apunta la psicóloga María Rodríguez, quienes padecen problemas de índole sexual dejan pasar el tiempo "intentando que se solucionen por sí mismos", explicación avalada por los resultados de numerosas encuestas sociológicas. Si existe una buena comunicación con la pareja, la primera medida que toma un afectado suele ser hablar del tema con quien comparte su vida sexual. En muchos casos, según explica Gloria Arencibia, es posible pasar la "mala racha" y volver a vivir las relaciones de forma satisfactoria tan sólo con esta medida. Pero, asegura también, por regla general, "dejar pasar el tiempo no es un buen aliado"
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Por esta razón, la mejor solución, en la que coinciden los tres expertos, es acudir cuanto antes a un especialista porque no sólo podrá resolver el problema de deseo, sino también "mejorar la calidad de las relaciones y su vida sexual", subraya Arencibia. Además, quien sufre el problema se da cuenta de que no es un "bicho raro" y que son muchas las personas que se encuentran en su misma situación. Según explica la psicóloga María Rodríguez, con intervenciones terapéuticas breves, los resultados suelen ser exitosos en una gran proporción.

El tratamiento terapéutico, detalla el terapeuta sexual Carlos San Martín, se basa sobre todo en la enseñanza de nuevos hábitos que ayudan a manejar el estrés, como la respiración, la relajación o la revisión de la escala de valores del individuo afectado. Los cambios conductuales que proponen los expertos para llegar a la superación del trastorno sexual se basan en técnicas para combatir el estrés:
Razonar: No se debe dejar pasar de largo el problema, sino afrontarlo y reflexionar sobre los motivos que llevan a sentir la angustia y la ansiedad que bloquean los sentidos. Tomar conciencia de que no sólo afecta al plano sexual, observar qué otros aspectos de la vida cotidiana se ven resentidos.
Relajarse: Darse cuenta de que el estrés es variable y no durará siempre y relativizar la importancia de no sentir deseo sexual en algunos momentos determinados. Lo peor es obsesionarse.
Tener calidad de vida: Eliminar los excesos, tanto en el trabajo como en la realización de actividades físicas agotadoras.
Establecer prioridades claras: No siempre está en nuestras manos eliminar preocupaciones como enfermedades, problemas económicos o familiares. Pero sí depende de cada uno de nosotros 'saber vivir a pesar de', poniendo un orden de prioridades y dando a cada situación y problema la importancia que merece, no más.

Cómo afrontar el problema en pareja
Los médicos consultados aconsejan seguir estas pautas para hacerle frente al problema que supone la falta de apetito sexual:
Fuera prisas: No hay que tener apremio por volver a mantener la vida sexual normal,  puede generar más ansiedad en la persona afectada.
Diálogo: Como para cualquier otra situación de crisis por la que atraviese la pareja, la comunicación y compartir el problema entre los dos miembros es lo más importante.
Análisis: Observar con calma la situación para abordar las posibles soluciones, sin provocar un drama por un cambio circunstancial en los hábitos sexuales de la pareja.
Imaginación: Es importante mantener un poco de suspenso en la pareja, que no se pierda la "magia" de los primeros encuentros. A largo plazo, la seguridad adormece los instintos y si la tensión acumulada es muy grande aún se anestesian más. (muniguate.com)

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